¿Qué cosas nos estimulan a dar lo mejor de nosotros mismo? ¿Qué cosas destruyen nuestra motivación?
Durante los últimos años, como profesional por cuenta propia, he trabajado en multitud de proyectos, algunos de los cuales, tras gran cantidad de tiempo, entusiasmo y esfuerzo, han sido cancelados, por diversas razones, unos días antes de su lanzamiento. Y he aprendido a superar este tipo de situaciones y a continuar adelante. No obstante, aún hoy, cada vez que me ocurre, no puedo evitar sentirme desolado por algún tiempo.
¿Por qué nos sentimos así? Tras observar este vídeo del economista del comportamiento Dan Ariely, he podido entender lo extremadamente fácil que es destruir la motivación de la gente. Solo tienes que ignorar su contribución. Pero también he comprendido lo fácil que resulta impulsar nuestra productividad. En muchas ocasiones bastará con un simple «buen trabajo».
En el entorno actual, algunos podrán pensar que es el dinero y el miedo lo que nos mueve a ser más eficientes. Sin embargo, tal y como nos demuestran los experimentos de Dan Ariely, esta fórmula ya no es válida para el trabajador del conocimiento.
En este sentido, Ariely lo ilustra con el “efecto IKEA”. Cuando compro un mueble en IKEA debo enfrentarme con la tarea de armarlo por mi mismo en casa. Y, personalmente, me resulta algo complicado, que me requiere esfuerzo y tiempo. Sin embargo, cuando lo he acabado, me gusta más que los otros muebles.
Parece que para impulsar la productividad de los trabajadores del conocimiento, al salario debemos añadirle otros elementos importantes como el significado, la creación, el orgullo, el desafío, el reto, la contribución, la pertenencia, etc.
Si tienes 20 minutos, échale un vistazo a este extraordinario vídeo y comprende qué es lo que nos impulsa a trabajar al máximo, en qué circunstancias estamos dispuestos a hacer un esfuerzo extraordinario y lo fácil que es “triturar” la motivación.
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