Las investigaciones empíricas sobre el liderazgo ofrecen evidencias de que el liderazgo positivo está relacionado con resultados extraordinarios en la organizaciones. Y de que los líderes pueden aprender a ser positivos y a ayudar a alcanzar este rendimiento excepcional en sus equipos de trabajo.
Sin embargo, estamos diseñados para prestar más atención a lo negativo. A lo largo de la evolución del ser humano, hemos aprendido que ignorar las señales negativas puede ser peligroso. Por tanto, prestar atención a los aspectos positivos o potencialmente beneficiosos es menos común. Liderar de manera positiva, centrándonos en lo que hacemos bien, es algo que requiere un gran esfuerzo consciente.
Esto, seguramente lo habremos experimentado de manera personal en más de una ocasión.
Durante un tiempo relativamente largo, fui miembro del Comité de Calidad de la empresa en la que trabajaba. Mensualmente, nos reuníamos para revisar los indicadores de calidad de los procesos de la compañía. En estas reuniones, revisábamos los problemas de calidad, las mermas, los productos rechazados o devueltos, las quejas de nuestros clientes, etc. Creábamos equipos de trabajo o contratábamos consultores externos para buscar soluciones a los casos más graves. En definitiva, centrábamos todo nuestro esfuerzo y atención en analizar los errores y prevenir los problemas; en la predictibilidad, el control y la fiabilidad.
De esta manera intentábamos reducir los fallos, pero a la vez, y de manera inconsciente, ayudábamos a disminuir la posibilidad de obtener resultados extraordinarios. El Comité no dedicaba tanto tiempo a los resultados muy positivos o excepcionales, cuando se producían. No nos deteníamos a analizar por qué lo habíamos hecho asombrosamente bien. Cualquier dato que se desviara muy positivamente de la media lo veíamos como algo excepcional que, probablemente, al mes siguiente volvería a la norma. Nos felicitábamos si al final era un poco superior al promedio del mes anterior o del año anterior. Y, por supuesto, raramente creamos equipos de trabajo o contratamos consultores para analizar por qué lo habíamos hecho tan bien.
Nos sentíamos satisfechos porque solucionábamos problemas. Pero ¿no deberíamos buscar la excelencia, la desviación extraordinariamente positiva de la norma?
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