“¡Firmes!, ¡cabeza alta!, ¡mirada al frente!” Eran los gritos de mi teniente mientras nos instruía en las frías mañanas de la academia de oficiales de complemento del ejercito del aire en Granada, hace ya tantos años. Y así nos manteníamos durante largos minutos esperando la siguiente orden. Ahora sabemos que no solo nos preparaba para parecer más marciales y gallardos en los desfiles. Nos preparaba para hacernos sentir más aguerridos y valientes. Nos preparaba para el combate.
La postura corporal influye en cómo nos perciben, altivos y seguros, o temerosos y sumisos. Pero, también, y sin embargo, en como nos sentimos. Amy Cuddy, psicóloga de Harvard, recientemente ha llevado a cabo un estudio en el que demuestra que la posición de nuestro cuerpo no solo transmite a los demás que tenemos poder, sino que nos hace sentir con poder.
Una postura corporal altiva altera nuestra bioquímica, incrementando los niveles de testosterona y reduciendo los niveles de cortisol (un perfil hormonal típico de los líderes efectivos), haciéndonos sentir más dominantes.
Si vas a exponer una presentación ante el público, si te enfrentas a una entrevista de trabajo o de evaluación del rendimiento, o si vas a negociar un incremento salarial, adoptar una postura corporal de poder (con los brazos y las piernas estiradas) durante unos minutos antes, te ayudará a sentirte más entusiasta y competente. Y funciona para ambos sexos.
Échale un vistazo al vídeo de Amy Cuddy durante su presentación en TED. Vale la pena verlo.
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