La respiración controlada es un procedimiento muy eficaz para lograr desactivarse y afrontar la ansiedad.
Su eficacia se potencia si la combinamos con algunas de las otras técnicas de afrontamiento del miedo que presentamos en este capítulo.
La técnica consiste en aprender a respirar de un modo lento (8 ó 12 respiraciones por minuto), regular, no demasiado profundo y empleando el diafragma en vez de respirar sólo con el pecho. Es recomendable realizar sesiones de entrenamiento dos veces al día, durante dos o tres semanas, hasta dominar la técnica y obtener los máximos efectos ante una presentación.