Nunca empieces disculpándote o diciendo que estás nervioso o nerviosa. Si lo haces, la audiencia empezará a fijarse y dejará de prestar atención a tu mensaje.
Sustituye tus pensamientos negativos por otros positivos, en primera persona y en presente.
Confiere a tus pensamientos positivos emoción. Jamás te repitas antes de una presentación “No voy a quedarme en blanco”, es un pensamiento negativo disfrazado. Anímate con un “Conozco bien el tema y mis ideas fluyen con facilidad”.
No te digas a ti mismo, “No me voy a poner nervioso o nerviosa”. En su lugar, repítete “Me siento confiado o confiada hablando con seguridad y fluidez”.
No pienses “No se van a aburrir”, sino, “Disfruto tanto con mi presentación que contagio mi entusiasmo a los participantes”.