A lo largo de mi carrera profesional, recuerdo encontrarme con situaciones en las que me daban ordenes y controlaban mi trabajo de tal manera que me hacía perder el interés. En otras ocasiones, me asignaban retos tan difíciles para mi nivel de destreza en ese campo, que me producían ansiedad, o tan fáciles que me resultaban tremendamente aburridas. O, en otros casos, me asignaban tareas a las que no les encontraba ningún sentido o finalidad. ¿Te has encontrado en alguna de estas situaciones?.
Daniel Pink, en su libro “La sorprendente verdad sobre qué nos motiva”, nos aporta una visión asombrosa y reveladora, apoyada en los hallazgos de la investigación sobre la motivación de los últimos 50 años. La fuerza de la motivación intrínseca, frente a la motivación basada en el premio y el castigo.
Somos seres autónomos por naturaleza. El paradigma de gestión de la era industrial, basado en el control, destruye la motivación y, por consiguiente, los resultados. Nuestro rendimiento se incrementa cuando podemos decidir sobre nuestro trabajo, sobre cuándo hacerlo, sobre con quién hacerlo y sobre cómo hacerlo.
Un alto rendimiento exige compromiso, antes que obediencia. A través del compromiso podremos alcanzar el dominio sobre nuestro trabajo. Llegar a un nivel de dominio exige esfuerzo, coraje y mucha práctica.
Los seres humanos necesitamos sentir que lo que hacemos tiene significado, que estamos contribuyendo a algo importante, que tenemos una finalidad. Hasta ahora, las organizaciones, mediante declaraciones de misión y visión más o menos edulcoradas, intentan maquillar la verdadera guía, maximizar los beneficios. Sin embargo, cada vez más, las empresas y todos los grupos de interés relacionados con ella, quieren tener una finalidad más allá de la obtención de beneficios. Los beneficios son un medio para alcanzar su finalidad.
Existe una brecha entre lo que la ciencia sabe y lo que las empresas practican.
Efectivamente, los seres humanos necesitamos que lo que hacemos tenga un propósito, un sentido afín a nuestra existencia. Y si no, que se lo digan al Sr. Greg Smith, alto ejecutivo de Goldman Sachs.
El Sr. Smith ha renuciado a su muy bien pagado cargo, en una de las multinacionales más poderosas del mundo, precisamente por eso, porque su organización solo se centra en hacer dinero a costa de «timar» a sus propios clientes a los que suelen llamar «marionetas». Y así lo ha denunciado en su carta de renuncia (http://www.lavanguardia.com/economia/20120314/54268597238/ex-directivo-goldman-sachs-banco-alienta-timar-clientes.html)